En cada ciudad egipcia se adoraba, más allá de todos, a un dios en especial. Cerca del Nilo se adoraba a un dios con cabeza de cocodrilo, alejado del agua, en las tierras desérticas donde solo estaban rodeados de arena y muerte, se adoraba a un dios con cabeza de chacal (perro del desierto). En otras ciudades se adoraba a Ra, el sol, en otras a Horus, el halcón que vuela por los aires y lo ve todo.
En la ciudad de Hieracómpolis existía una creencia egipcia muy antigua que cuenta que antes que existiera el universo, existía solo un inmenso océano. Vale decir que simbólicamente, el océano el caos. En los mitos de creación del universo siempre existe, antes que éste, el caos, porque es la potencialidad del todo. El océano es oscuro y húmedo como un vientre materno, allí la explicación de la relación simbólica del mar y el caos.
Ese océano llevaba el nombre de Nun. Desde las profundidades de Nun apareció un día una gran colina. Este punto lo llamaremos “el centro”. Horus, el dios halcón, se posó en la cima de esta colina, que es conocida, también como el quinto elemento, y partió, voló hacia todas las direcciones a la vez, creando así el universo. Dándole un orden. Hace las veces de orden masculino, que es lo necesario para que el caos femenino se convierta en el universo. Del caos al orden, y del centro al resto del mundo, así se crea, un espacio cuaternario.
En la ciudad de Heliópolis, probablemente una de las más famosas ciudades egipcias de todos los tiempos, existía otra creencia sobre el origen universal. Vale decir que Heliópolis es el nombre griego que llevaba la ciudad, en egipcio se llamaba Iunu, que significaba pilar. Heliópolis significa Ciudad del Sol. Probablemente ya se imaginarán quién es el protagonista del relato cosmogónico del que ningún habitante de esta ciudad dudaría jamás. Estoy hablando, obviamente del dios Ra.
Ra es el sol, el que provee de calor, y luz; y por lo tanto de vida a la Tierra. Es el dios mayor, indiscutidamente. La importancia de esta divinidad, y la importancia política de la ciudad que le rendía culto, hizo que a lo largo y a lo largo de Egipto se le atribuyera durante muchos cientos de años el título de creador del universo.
Lo curioso con la figura de Ra es que se lo relacionó con otros dioses a lo largo de los siglos. Por ejemplo con Amón, originalmente llamado Amen, que era la divinidad máxima de los Tebanos. Cuando Grecia comenzó a tener tratos con Egipto, ambas culturas se entrelazaron mediante la ciudad de Tebas. Ra se convirtió en Amón-Ra, y Tebas, para los griegos era el hogar de una sabia pero terrible esfinge (estatua egipcia mitad mujer y mitad león).
También se relacionó a Ra con Horus bajo el nombre de Ra-Horajty. Era representado en jeroglíficos y dibujos como un ser homínido con cabeza de halcón, como Horus, pero con un disco solar sobre la cabeza. Es curiosa la falta de identidad que tiene el dios más importante para toda una cultura.
El mito de la creación de la Heliópolis contaba que en el inmenso mar de Nun, había surgido de las profundidades una altísima pirámide. Y sobre ella el ojo de Ra se abrió e iluminó todo el universo, dándole forma y orden. Es curioso que el símbolo del ojo esté siempre relacionado con Horus, volviendo a la falta de identidad del dios Sol.
Como se habrán dado cuenta, Horus siempre fue un dios más importante que Ra, tanto religiosa como políticamente. Los Faraones eran considerados una extensión de Horus en la Tierra.
Quizás el caso más extraño sea el de Pteh, en la ciudad de Memphis. La teología memphita tenía una creencia de lo más avanzada sobre la creación del universo. Mircea Eliade realizó un estudio sobre la mitología donde expresa que existen 3 estadios en la evolución de la experiencia religiosa. El primero es el matriarcado, donde el principio femenino lo es todo. Segundo viene el patriarcado, donde la ley masculina representa todo (como en la mitología griega y egipcia). Por último aparece el principio del Salvador, el enviado que indica el reconcilio con lo instintivo y reprimido, como el amor y la libertad. Éste último estadio tiene que ver con el monoteísmo.
Los memphitas se adelantaron al resto de los egipcios, ya que fueron monoteístas. Incluso, su creencia es muy parecida a la que tienen las culturas judeo-cristianas sobre el comienzo del universo. Ya que Pteh, el dios único crea el mundo mediante la acción de su pensamiento y la pronunciación de la palabra. A su vez, en el antiguo testamento, Dios dice “que se haga la luz” y la luz se hizo.Irónicamente, Pteh, en la lengua egipcia, significa tierra emergida. Como dije, están los mismos símbolos.Como relata Sigmund Freud en su ensayo Moisés y la religión monoteísta, 1375 A.c. un joven faraón llamado Amenhotep tomó el poder en Memphis e impuso a todo Egipto esta creencia monoteísta. Poco después de su muerte, 17 años después, todo fue olvidado, hasta la llegada de Moisés y la liberación del pueblo Judío.Vale aclarar que la figura de Atón, a la que se refiere Freud está absolutamente relacionada con Pteh.
En la ciudad de Hieracómpolis existía una creencia egipcia muy antigua que cuenta que antes que existiera el universo, existía solo un inmenso océano. Vale decir que simbólicamente, el océano el caos. En los mitos de creación del universo siempre existe, antes que éste, el caos, porque es la potencialidad del todo. El océano es oscuro y húmedo como un vientre materno, allí la explicación de la relación simbólica del mar y el caos.
Ese océano llevaba el nombre de Nun. Desde las profundidades de Nun apareció un día una gran colina. Este punto lo llamaremos “el centro”. Horus, el dios halcón, se posó en la cima de esta colina, que es conocida, también como el quinto elemento, y partió, voló hacia todas las direcciones a la vez, creando así el universo. Dándole un orden. Hace las veces de orden masculino, que es lo necesario para que el caos femenino se convierta en el universo. Del caos al orden, y del centro al resto del mundo, así se crea, un espacio cuaternario.
En la ciudad de Heliópolis, probablemente una de las más famosas ciudades egipcias de todos los tiempos, existía otra creencia sobre el origen universal. Vale decir que Heliópolis es el nombre griego que llevaba la ciudad, en egipcio se llamaba Iunu, que significaba pilar. Heliópolis significa Ciudad del Sol. Probablemente ya se imaginarán quién es el protagonista del relato cosmogónico del que ningún habitante de esta ciudad dudaría jamás. Estoy hablando, obviamente del dios Ra.
Ra es el sol, el que provee de calor, y luz; y por lo tanto de vida a la Tierra. Es el dios mayor, indiscutidamente. La importancia de esta divinidad, y la importancia política de la ciudad que le rendía culto, hizo que a lo largo y a lo largo de Egipto se le atribuyera durante muchos cientos de años el título de creador del universo.
Lo curioso con la figura de Ra es que se lo relacionó con otros dioses a lo largo de los siglos. Por ejemplo con Amón, originalmente llamado Amen, que era la divinidad máxima de los Tebanos. Cuando Grecia comenzó a tener tratos con Egipto, ambas culturas se entrelazaron mediante la ciudad de Tebas. Ra se convirtió en Amón-Ra, y Tebas, para los griegos era el hogar de una sabia pero terrible esfinge (estatua egipcia mitad mujer y mitad león).
También se relacionó a Ra con Horus bajo el nombre de Ra-Horajty. Era representado en jeroglíficos y dibujos como un ser homínido con cabeza de halcón, como Horus, pero con un disco solar sobre la cabeza. Es curiosa la falta de identidad que tiene el dios más importante para toda una cultura.
El mito de la creación de la Heliópolis contaba que en el inmenso mar de Nun, había surgido de las profundidades una altísima pirámide. Y sobre ella el ojo de Ra se abrió e iluminó todo el universo, dándole forma y orden. Es curioso que el símbolo del ojo esté siempre relacionado con Horus, volviendo a la falta de identidad del dios Sol.
Como se habrán dado cuenta, Horus siempre fue un dios más importante que Ra, tanto religiosa como políticamente. Los Faraones eran considerados una extensión de Horus en la Tierra.
Quizás el caso más extraño sea el de Pteh, en la ciudad de Memphis. La teología memphita tenía una creencia de lo más avanzada sobre la creación del universo. Mircea Eliade realizó un estudio sobre la mitología donde expresa que existen 3 estadios en la evolución de la experiencia religiosa. El primero es el matriarcado, donde el principio femenino lo es todo. Segundo viene el patriarcado, donde la ley masculina representa todo (como en la mitología griega y egipcia). Por último aparece el principio del Salvador, el enviado que indica el reconcilio con lo instintivo y reprimido, como el amor y la libertad. Éste último estadio tiene que ver con el monoteísmo.
Los memphitas se adelantaron al resto de los egipcios, ya que fueron monoteístas. Incluso, su creencia es muy parecida a la que tienen las culturas judeo-cristianas sobre el comienzo del universo. Ya que Pteh, el dios único crea el mundo mediante la acción de su pensamiento y la pronunciación de la palabra. A su vez, en el antiguo testamento, Dios dice “que se haga la luz” y la luz se hizo.Irónicamente, Pteh, en la lengua egipcia, significa tierra emergida. Como dije, están los mismos símbolos.Como relata Sigmund Freud en su ensayo Moisés y la religión monoteísta, 1375 A.c. un joven faraón llamado Amenhotep tomó el poder en Memphis e impuso a todo Egipto esta creencia monoteísta. Poco después de su muerte, 17 años después, todo fue olvidado, hasta la llegada de Moisés y la liberación del pueblo Judío.Vale aclarar que la figura de Atón, a la que se refiere Freud está absolutamente relacionada con Pteh.
REFLEXIÓN: Para la cultura egipcia el tiempo era cíclico y estaba relacionado con los movimientos cósmicos, especialmente con el sol ya que creían en el destino solar de ultratumba . Pero también se guiaban por lo estático y permanente, y este estaba representado por la Tierra ya que en ella estaba presente el caos primordial reflejado en el "destino".
Cada historia esta relacionada por lo menos con cada dios que aparentemente fue el creador del universo. Por un lado esta el Dios Ra que era muy idolatrado, ya que era el Dios Sol, quien le daba calor y Luz y era él quien le podía proveer de recursos y de vida a la tierra y mientras no faltara el Sol, la vida se podía considerar como eterna, ya que ésta tendría movilidad, orden y luz Solar.
El otro Dios es Horus, que era el Dios Halcón, éste era como e Dios que regía en la Tierra y creó todo a partir del caos masculino, que es lo necesario para que el caos femenino se convierta en el universo. Del caos al orden, y del centro al resto del mundo, así se creó, un espacio cuaternario. Él representaba la quietud, el caos y la oscuridad.
Y en conjunto éstos Dioses juntos pueden equilibrarse en uno formando el día y la noche, y creando un tiempo de vida eterno y móvil.
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